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La Tercera Parca
Federico Betti
La Tercera Parca
Titulo: La Terza Moira
Autor: Federico Betti
Traductor: MarГa Acosta
Copyright В© 2020 - Federico Betti
PRIMERA PARTE:
ВїPIENSAS QUE ERES AFORTUNADO?
I
Lo que el inspector Zamagni deseaba pero, a decir verdad, nunca se lo habrГa esperado, era que antes o despuГ©s, como se suele decir, la madeja se desenredarГa. Lo que no sabГa era a quГ© deberГa enfrentarse. Por el momento, todo lo que tendrГa que hacer, ayudado por el siempre digno de confianza agente Finocchi, era acabar con lo que habГa quedado pendiente, es decir recuperar todos los efectos personales de Daniele Santopietro y los objetos recobrados aquГ y allГЎ que, de algГєn modo, tenГan que ver con aquel criminal. Y obviamente, una vez reunido todo el material podrГa comenzar a trabajar sobre esto para extraer algo Гєtil. Todo habГa comenzado cuando, investigando sobre lo que mГЎs tarde serГa recordado como el Caso Atropos, se habГa encontrado de nuevo con la Voz.
Г‰l no se habrГa dado cuenta si Emma Simoni, su vecina que habГa pasado por casualidad por la comisarГa con algunas exquisiteces para entregar personalmente al inspector, no hubiese reconocido la Voz al telГ©fono durante la llamada de manos libres al seГ±or Bottazzi de la AsociaciГіn Atropos.
TodavГa no habГa conseguido comprender quГ© tenГa que ver ese viejo recuerdo, pero lo Гєnico realmente cierto era su determinaciГіn para descubrirlo.
Y para hacerlo, de acuerdo con el capitГЎn Luzzi, habГa comenzado a investigar por todo el material que, de alguna manera, estaba conectado con Daniele Santopietro.
En el fondo, esa historia habГa comenzado cuando Г©l y Alice Dane, la agente de Scotland Yard de origen irlandГ©s, habГan emprendido la caza de ese hombre, por lo que Zamagni, Finocchi y Luzzi pensaban que el material ligado al delincuente pudiese ser un buen punto de partida para la investigaciГіn.
Stefano Zamagni, asГ como el agente Finocchi, recordaba perfectamente quГ© habГa ocurrido durante la persecuciГіn de Daniele Santopietro: las frases en las paredes que aparecГan y desaparecГan, las llamadas amenazantes de esa Voz, el automГіvil que habГa explotado, sin considerar que, mientras tanto, Daniele Santopietro, que sabГan que era el hombre que estaban buscando, habГa desaparecido en la nada.
Aquel perГodo fue realmente terrible porque, a todas las vicisitudes de la investigaciГіn en curso, se sumaron tres muertes que tocaron de cerca al inspector Zamagni y a quienes trabajaban con Г©l.
El inspector habГa perdido a su hermana Giorgia, Alice Dane debiГі volar a Irlanda para asistir al funeral de su hermana Brenda y el agente Finocchi debiГі enfrentarse a la muerte de su novia Elisabetta en el incendio del piso en el que vivГan.
Luego estaba la carta.
Cuando Zamagni se la encontrГі delante, despuГ©s de haber acabado con la investigaciГіn del Caso Atropos, no entendiГі su significado, ya sea porque estaba escrita en griego, ya porque realmente no conocГa el motivo por el cual Г©l deberГa haber recibido una carta de aquel tipo.
Cuando se la mostrГі a Giorgio Luzzi, su superior le dijo que buscarГa enseguida un experto para descifrarla y, por suerte, mientras Г©l y el agente Finocchi estaban trabajando para descubrir lo que habГa sucedido a Marco Mezzogori, el sobrino hemiplГ©gico de la conocida del inspector, el capitГЎn habГa recibido el resultado que aguardaban y ahora tambiГ©n Stefano Zamagni querГa saberlo.
DespuГ©s de todo, iba dirigida a Г©l, por lo tanto tenГa todo el derecho.
Pasados unos dГas desde el descubrimiento del asesino del muchacho, todavГa conmovido en lo mГЎs hondo por cГіmo habГan sucedido las cosas, el inspector volviГі a la comisarГa de vГa Saffi en Bologna y fue enseguida a la oficina del capitГЎn.
–Buenos dГas, Zamagni –dijo Giorgio Luzzi.
–Buenos dГas, capitГЎn –respondiГі Zamagni.
–¿Ya has cargado las baterГas? –preguntГі el capitГЎn con una sonrisa.
–No totalmente –respondió Zamagni –pero no veo la hora de ponerme a trabajar para comprender quién es esa Voz.
–Creo que entiendo la situación –añadió Luzzi –y debo admitir que también yo espero ponerle las manos encima a ese hombre, y pronto.
–¿Ya ha llegado Marco? –preguntó Zamagni a continuación, mostrando un poco de su pragmatismo.
–No –dijo el capitán. –¿Habéis quedado?
–Lo llamГ© ayer por la tarde para saber si se habГa recuperado de la paliza despuГ©s del interrogatorio de Marisa Lavezzoli. Me ha dicho que tambiГ©n Г©l, como yo, habГa acusado bastante el golpe y que no estaba todavГa al cien por cien y que, sin embargo, estaba ansioso por volver a comenzar desde donde habГamos interrumpido el asunto que tenГa que ver con Santopietro –explicГі el inspector.
–¿Por casualidad estáis hablando de m� –dijo alguien desde la puerta de la oficina del capitán, interrumpiendo el diálogo entre los dos.
–Por supuesto que sà –dijo Zamagni –Venga, entra.
Marco Finocchi cerrГі la puerta a sus espaldas y saludГі al capitГЎn y al inspector.
–Asà que, los dos estáis nerviosos y no veis la hora de volver al trabajo –dijo el capitán, con un tono ligero cruzando su mirada con Zamagni y Finocchi, que asintieron a su vez. –Bien –añadió Luzzi después de una pausa de unos segundos –¿Por dónde queréis comenzar?
Zamagni y Finocchi se miraron durante unos segundos, a continuaciГіn el inspector propuso retomar la investigaciГіn de todo lo que habГa sido posible recuperar en las distintas escenas del crimen y que tuviese que ver con Daniele Santopietro.
–Efectos personales, objetos de todo tipo, posibles hallazgos... –comenzó a decir el inspector.
El agente Finocchi asintiГі con la mirada.
–De acuerdo –dijo finalmente el capitГЎn –Algo debo tener yo ahГ dentro, en esas cajas de la esquina, luego harГ© recuperar todo lo que hay en los archivos de la PolicГa y que no estГЎ todavГa a nuestra disposiciГіn.
–Perfecto –dijo Zamagni –¿Y con respecto a la carta?
–Tienes razГіn –respondiГі el capitГЎn, como cogido de improviso por una pregunta inesperada. –Os la debo mostrar tambiГ©n. Un experto nos la ha traducido. Fue escrita en griego... pero quizГЎs ya os habГa mencionado este dato.
El inspector asintiГі.
Zamagni tuvo la impresiГіn de que el capitГЎn estuviese ganando tiempo a propГіsito, como si intentase retrasar lo mГЎs posible el momento en el que deberГan afrontar ese tema.
–¿Hay algún problema? –preguntó a continuación el inspector mirando al capitán directamente a los ojos.
–No... –respondió Luzzi, dejando entrever, sin embargo, algo en su estado de ánimo –No exactamente...
–¿Pero...? –intervino Finocchi.
–Bueno... –volvió a hablar el capitán –en fin... por lo que se puede intuir, la carta que has recibido...
Otra pausa todavГa.
Y, diciendo estas palabras, Luzzi buscГі de alguna manera explicar la situaciГіn volviГ©ndose directamente a Zamagni.
–Parece que resulta difГcil hablar sobre esto –dijo el inspector.
–DecГa que la carta habГa sido escrita en griego y, por lo que se puede intuir, el remitente es el cerebro de la AsociaciГіn Atropos.
–Comprendo –asintiГі Zamagni –¿Y por quГ© resulta difГcil hablar de esto?
–En cierto sentido te felicita –dijo el capitán como respuesta. –Tengo la impresión de que te esté retando a pesar de admitir tu talento.
–¿Puedo leer la traducción? –preguntó el inspector.
–De acuerdo –respondió el capitán ofreciendo a Zamagni un sobre blanco.
–¿Puedo verla también yo? –preguntó el agente Finocchi movido por la curiosidad.
El inspector cogiГі el sobre de las manos del capitГЎn y lo abriГі mostrando el contenido tambiГ©n al agente Finocchi. En el interior habГa dos folios doblados en tres partes.
En el primer folio estaba la carta original enviada a Zamagni, cuyo texto resultaba incomprensible, al menos, a primera vista.
El inspector y Marco Finocchi lo recorrieron, de todas maneras, con la mirada.
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Zamagni volviГі a doblar el folio y lo apoyГі de momento sobre el escritorio del capitГЎn, a continuaciГіn cogiГі el segundo folio, en el que el experto consultado por la policГa habГa escrito la traducciГіn y lo leyГі atentamente dejando tiempo, de esta manera, a Marco Finocchi para hacer lo mismo.
Saludos, inspector Zamagni:
He notado que en este Гєltimo perГodo todos los periГіdicos y los telediarios hablan de usted como la persona que ha vencido a Atropos, cosa que ningГєn otro consiguiГі hacer.
Imagino que estarГЎ contento por la fama que estГЎ consiguiendo a nivel nacional, pero me siento en el deber de informarle que yo por el momento soy invencible e introvable.
Disfrute este momento de gloria.
Creo que no serГЎ indispensable poner mi firma al final de esta carta.
Hasta pronto.
Sin decir nada, Zamagni y Finocchi se intercambiaron una mirada, luego el inspector doblГі tambiГ©n el segundo folio, puso ambos en el interior del sobre y se lo volviГі a dar al capitГЎn.
–¿Qué impresión os ha dado? –preguntó Luzzi.
–La misma –respondiГі Zamagni –Felicitaciones para mГ... que, obviamente, son extensibles tambiГ©n a Marco y a cualquiera que haya colaborado en el desmantelamiento de la AsociaciГіn Atropos... y una actitud retadora.
–Estoy de acuerdo –aГ±adiГі el agente Finocchi –TambiГ©n me parece que intenta provocarnos. Es como si, de alguna manera, se sintiese superior a nosotros por el hecho de estar todavГa libre.
–Veo que estamos todos de acuerdo –constatГі el capitГЎn. –Por lo tanto, esta se queda en mi oficina y serГЎ puesta con los expedientes una vez que completemos la investigaciГіn –aГ±adiГі refiriГ©ndose al sobre que contenГa la carta enviada al inspector y a la traducciГіn.
–Bueno, ¿a qué estamos esperando? –preguntó el agente Finocchi, como si hubiese vislumbrado un punto muerto en la investigación, –pongámonos a trabajar enseguida. No pretendemos, de ninguna manera, dejar que esta persona ande libre por ahà haciendo daño mucho tiempo más, ¿verdad?
–Absolutamente no. –afirmó el inspector.
–Ánimo, sacad esas cajas de mi oficina y poneos inmediatamente a trabajar –les exhortó el capitán.
–A sus órdenes –asintió Marco Finocchi, a continuación él y Zamagni cogieron todo el material disponible hasta ahora y se fueron al escritorio del inspector para pensar cómo organizar la investigación.
–Esperamos con interГ©s todo lo que se encuentra todavГa en los archivos –dijo Zamagni despidiГ©ndose del capitГЎn mientras salГan al pasillo.
–Os enviaré todo –concluyó Luzzi cerrando la puerta de la oficina.
Cuando el hombre recibiГі la llamada estaba degustando un cocktail en un local del Barrio de Santa Cruz. HabГa decidido desconectar un poco, asГ que se habГa ido a EspaГ±a en un vuelo directo para Sevilla algunos dГas antes y cuando escuchГі sonar el telГ©fono mГіvil habГa intuido inmediatamente el olor de trabajo y de problemas.
No habГa reconocido el nГєmero de telГ©fono del emisor pero por el prefijo habГa comprendido que la llamada llegaba desde Italia y, para ser mГЎs precisos, desde la ciudad de Bologna.
DespuГ©s de haber respondido, escuchГі decir a su interlocutor, sencillamente, que se habГa cansado y que ahora serГa el turno de Zamagni.
Llegado a este punto, el hombre pidiГі mГЎs explicaciones, dijo que de momento se encontraba en el extranjero y que volverГa a Italia dentro de unos dГas, justo el tiempo de reposar un poco, pero que se ocuparГa de la cuestiГіn. Obviamente tratГі sobre la compensaciГіn que le esperarГa cuando completase el trabajo.
Su interlocutor le dijo que no tenГa prisa, que no habrГa ningГєn problema por lo que respectaba el dinero a pagar y que volverГan a hablar cuando volviese a Italia.
DespuГ©s de colgar, el hombre acabГі su cocktail, pagГі la cuenta a la camarera y dejГі el resto de las monedas como propina.
Caminar por aquellas calle tГpicas lo tranquilizaba y, en el fondo, el Barrio de Santa Cruz y la ciudad de Sevilla le gustaban: desde la primera vez que habГa decidido ir a la ciudad andaluza se habГa sentido contento por la elecciГіn y cada dos o tres aГ±os iba para estar unos dГas.
A fin de cuentas, la gente era cordial, la meteorologГa no te jugaba malas pasadas y la ciudad era muy hermosa de visitar.
Continuando por la calle pasГі al lado de la Catedral y de la Giralda, el famoso campanario con las rampas en lugar de las escaleras, creadas a propГіsito para las mulas, poco despuГ©s llegГі a la Calle Sierpes y girГі a la derecha para llegar al apartamento de alquiler donde se alojaba desde el comienzo de la semana.
CerrГі la puerta a sus espaldas, luego se sentГі en la butaca y encendiГі el televisor.
TodavГa tenГa a su disposiciГіn algunos dГas antes de volver a Italia y querГa disfrutar el tiempo hasta el final.
II
Stefano Zamagni y Marco Finocchi legaron al escritorio del inspector con el material concerniente a Daniele Santopietro, asГ que comenzaron a pensar en cГіmo enfrentarse a aquello que podrГa definirse como una pura y simple recogida de datos.
El primer impacto que tuvieron ambos fue la ingente cantidad de trabajo que les esperaba, considerando la abundancia de objetos, tanto pequeГ±os como grandes, que contenГan aquellas cajas.
Cuando se sintieron preparados para comenzar decidieron comprobar juntos cada una de las cajas examinando una de cada vez.
Una labor de ese tipo habrГa hecho desistir a muchas personas, sabiendo, ademГЎs, que recibirГan del capitГЎn mГЎs material durante la investigaciГіn, pero la determinaciГіn de los dos hombres para descubrir al verdadero culpable de todo tuvo un papel fundamental.
HabГan comenzado a pensar que el origen de la mayor parte de sus problemas fuese sГіlo una persona despuГ©s de haber escuchado la llamada recibida por el seГ±or Bottazzi de la AsociaciГіn Atropos y esto quizГЎs simplificarГa notablemente la investigaciГіn.
Lo que no serГa sinГіnimo de simplicidad, tambiГ©n porque por el momento la Гєnica referencia que tenГa a su disposiciГіn estaba constituida por objetos de un criminal muerto.
A esto se aГ±adГa el hecho de que no tuviesen ni la mГЎs remota idea de quГ© les reservase la prolongaciГіn de la misma investigaciГіn.
Varios interrogantes le rondaban a Zamagni en la cabeza que no dudarГa en compartir con el agente Finocchi y el capitГЎn.
ВїQuГ© habГa conectado a un criminal como Santopietro con la persona que habГa efectuado la llamada a Antonio Bottazzi?
ВїQuГ© tipo de personalidad tenГa Daniele Santopietro y quГ© le habГa hecho cometer los delitos por los que habГa sido incriminado antes de tener nada que ver con Zamagni y sus hombres? ВїQuiГ©n podГa ser la persona a la que les llevarГa todo?
Y, sobre todo, ВїcГіmo pensaban obtener resultados en la investigaciГіn partiendo de algo que habГa pertenecido a una persona que no podГa ya jamГЎs ser interrogada?
Con todas estas preguntas sin respuesta el inspector Zamagni tomГі una de las primeras cajas por examinar, la abriГі y comenzГі a sacar de uno en uno los distintos objetos.
En cada una de las cajas habГan escrito con un rotulador negro DANIELE SANTOPIETRO y 3347820A, el nombre y el nГєmero de detenciГіn, respectivamente, de la persona a la que se le habГa retenido el material.
–Una navaja... –nombró el agente Finocchi. –Quizás la usaba durante los atracos.
–Es probable –admitió Zamagni volviendo a poner la navaja y extrayendo de la caja otro objeto.
–Un encendedor –continuó el agente –¿Sabemos si era fumador?
–No –contestó el inspector –o al menos yo no lo sé.
Marco Finocchi asintiГі.
–Si consideramos que Daniele Santopietro estaba loco, podrГamos pensar tambiГ©n que el encendedor le sirviese para provocar incendios –continuГі el inspector con ironГa.
–Cierto, no debemos excluir nada –admitiГі el agente. –No serГЎ fГЎcil comprender quГ© buscar entre todas estas cosas y lo que todavГa no nos ha sido entregado.
–Cualquier pista puede ser Гєtil –dijo Zamagni –Deberemos seleccionar los objetos Гєtiles y aquellos que en cambio no lo son o que nos podrГan hacer equivocar el camino. Recordemos que ahora ya no podemos interrogar a Santopietro y que la persona que estamos buscando es otra distinta. Esos objetos personales y cualquier otro material que tengamos a nuestra disposiciГіn en lo sucesivo nos podrГЎ ser Гєtil para entender quГ© tipo de persona fuese realmente este criminal y quizГЎs tambiГ©n como indicio para sacar a la luz al propietario de la Voz.
–Será como buscar una aguja en un pajar –admitió Finocchi.
–Tienes razón –asintió el inspector –pero ya nos ha ocurrido encontrarnos en una situación similar, y sin embargo nos las hemos apañado perfectamente, ¿no?
Se referГa a cuando, poco antes, habГan pasado dГas enteros leyendo el diario de Marco Mezzogori con la esperanza de encontrar algunos datos Гєtiles para comprender el motivo de su muerte y posiblemente el nombre del culpable.
–SГ. Esto significa que deberemos intentarlo de nuevo, con la consciencia de nuestra potencialidad.
–Exacto –dijo Zamagni –con la diferencia de que esta vez no tengamos ninguna certeza de que examinar todo esto nos servirá efectivamente para algo.
–Debemos intentarlo –dijo Finocchi como exhortación para los dos –En el fondo, por el momento, no tenemos mucho más, ¿verdad?
–Por desgracia, asà es.
–Bueno, pues entonces continuamos. QuizГЎs lleguemos a algo Гєtil y, si no fuese asГ, intentaremos coger otro camino.
El inspector asintiГі con la mirada, luego sacГі de la caja algunos paquetes de jeringuillas.
–¿Y esto? –preguntó Finocchi.
–No sabrГa decir –admitiГі Zamagni –pero recordemos que no todos los objetos que encontremos aquГ dentro nos servirГЎn para nuestra investigaciГіn.
–Lo sé –dijo el agente. –Y nosotros deberemos ser listos incluso para entender cuáles serán útiles y cuáles no.
–Exacto.
–Por el momento no se me ocurre nada –constatГі el inspector –pero, mientras tanto sabemos lo que pertenecГa a Santopietro. A lo mejor, mГЎs tarde, sabremos lo que nos servirГЎ y quГ© serГЎ un simple objeto... de relleno.
Zamagni y Finocchi continuaron hasta vaciar la primera caja, sin que, por otra parte, encontrasen nada aparentemente Гєtil, asГ que hicieron una pausa para beber algo en los distribuidores automГЎticos que se encontraban en el pasillo.
DespuГ©s de un cuarto de hora volvieron al escritorio del inspector para retomar el trabajo.
Al hombre le gustaba Sevilla porque, de alguna manera, le parecГa distinta de las otras ciudades en las que habГa estado en los Гєltimos aГ±os.
La capital de la Comunidad AutГіnoma de AndalucГa, ademГЎs de capital de provincia, le daba una sensaciГіn de serenidad y de libertad.
Le encantaba pasar el tiempo paseando entre la calle Sierpes, Cuna, TetГєan, tres calles paralelas que representaban el nГєcleo viejo de la ciudad, y las otras callejuelas, para despuГ©s, a lo mejor, pararse de vez en cuando en una confiterГa para degustar un dulce andaluz.
Ahora ya conocГa la ciudad bastante bien por lo que cada vez que volvГa sentГa como si Sevilla fuese su segunda casa. Y ademГЎs adoraba la gastronomГa local, con tantas exquisiteces que generalmente preferГa saborear como tapas, porque las porciones pequeГ±as siempre le daban la oportunidad de degustar un mayor nГєmero de comida.
Ahora ya sГіlo faltaban dos dГas para su vuelta a Italia y le fastidiaba un poco dejar EspaГ±a porque se estaba bien. Aparte de los meses estivales, en los que las temperaturas eran demasiado elevadas, el clima era siempre bueno, la gente era cordial... y, de todas formas, estar lejos del trabajo para Г©l siempre era algo positivo.
Aunque podГa trabajar siempre con el calendario que Г©l mismo decidГa, le resultaba, de todas formas, una pequeГ±a fuente de estrГ©s.
Desde hacГa poco tiempo habГa conocido, aunque Гєltimamente sГіlo hablaban por telГ©fono o no se encontraban nunca en persona, a esta persona que le habГa hecho algunos servicios, todos bastante sencillos, y que, para ser sinceros, pagaba incluso bien y puntualmente.
Cada vez que se ponГa en contacto con Г©l le daba un encargo, incluso bastante detallado, y sabГa que en el transcurso de pocos dГas le pagarГa.
Un dГa lo llamaba para darle un trabajo que hacer, Г©l lo llevaba a tГ©rmino y el hombre le pagaba.
AdemГЎs de eso, lo habГa ya recibido hacГa poco, pero nunca dos veces consecutivas en la misma cuenta bancaria.
PensГЎndolo bien, entendГa su necesidad de anonimato, porque Г©l se encontraba en la misma situaciГіn... y tambiГ©n Г©l poseГa mГЎs de una cuenta bancaria, luego tarjetas de dГ©bito... en fin, lo fundamental eran dos cosas: que le pagasen y no ser rastreado.
Se habГan conocido por casualidad en una fiesta de personas de una cierta clase social.
Г‰l debГa encontrarse con un cliente, asГ que le habГan invitado, mientras que el otro estaba en el mismo lugar porque conocГa a una de las personas presentes en la fiesta y se habГa colado de alguna manera.
HabГan charlado mientras tomaban un cocktail y esta persona le habГa propuesto trabajar para Г©l, explicando enseguida que serГan encargos muy sencillos, no regulares y que deberГan ser llevados a cabo sin dejar rastro.
Era la manera de trabajar que le gustaba mГЎs, por lo que se pusieron de acuerdo inmediatamente.
Por los motivos enunciados, volver a Italia sabiendo que deberГa trabajar para esta persona le dio al hombre la certeza de una ganancia asegurada, pero sabГa tambiГ©n que ahora serГa mГЎs complicado de lo habitual: a diferencia de todas las otras veces, este servicio contemplaba un objetivo que podrГa ser una molestia en el caso de que no consiguiese hacer todo de la manera correcta. AdemГЎs, el objetivo en cuestiГіn era de un nivel de dificultad superior respecto a los estГЎndares de los Гєltimos tiempos. Por esto, hablando por telГ©fono, habГa preferido poner en claro enseguida los aspectos relativos a la remuneraciГіn, precisando, obviamente, que se tratarГa de un precio mГЎs alto con respecto a las otras veces.
Y su cliente se lo tomГі con calma.
III
La comprobaciГіn del material con respecto a Daniele Santopietro seguГa adelante sin que Zamagni y Finocchi encontrasen nada aparentemente Гєtil para comprender la conexiГіn que podГa haber entre este criminal y la Voz.
–¿Crees que podrГamos hacer un trabajo cruzado? –propuso el agente Finocchi, llegados a un cierto punto.
–¿Qué quieres decir? –preguntó el inspector.
–PodrГamos alternar este trabajo de oficina que ya estamos desenvolviendo con un trabajo mГЎs dinГЎmico, por ejemplo hablando con personas que hayan conocido a Santopietro o que, de alguna manera, hayan tenido que ver con Г©l –explicГі Marco Finocchi –¿TodavГa tenemos la direcciГіn del piso en el que se encontraba Santopietro al comienzo de la investigaciГіn que llevГі luego a su muerte?
–¿A la que fue Alice Dane? –preguntó Zamagni.
El agente asintiГі.
–Seguramente, sà –dijo el inspector –Estará escrito en el informe del caso.
–Perfecto. Por lo tanto en esa direcciГіn puede haber alguien que todavГa se acuerda de Santopietro y que sabrГa darnos alguna informaciГіn Гєtil.
–TambiГ©n podrГamos intentar seguir ese camino, a pesar de que existe una probabilidad bastante baja de que lleguemos a algГєn sitio.
–Ahora ya somos expertos en la búsqueda de agujas en los pajares, ¿no?
El agente se referГa a la investigaciГіn sobre Marco Mezzogori cuando, para buscar al culpable, habГan ojeado los diarios del muchacho hemiplГ©gico quedГЎndose a trabajar incluso hasta bien entrada la noche.
–Es verdad –asintió Zamagni –pero primero debemos hablar con el capitán. Por lo menos deberá ser informado sobre esto.
–Entonces, vamos –lo exhortó Finocchi.
Dejando sobre el escritorio todas las cosas desordenadas Zamagni y el agente fueron a buscar al capitГЎn para contarle su propuesta.
Se cruzaron con Г©l en el pasillo que llevaba a su oficina y le dijeron que le querГan hablar. Los tres continuaron hasta la oficina del capitГЎn, luego Finocchi cerrГі la puerta a sus espaldas y el inspector explicГі lo que habГan pensado hacer.
–Cada camino puede ser bueno –dijo Luzzi después de que el inspector hubiera terminado de exponer su idea –pero recordemos que ahora ya nuestro objetivo es encontrar a la Voz y que cada recurso, temporal o de otro tipo, debe apuntar a este objetivo. Por el momento no tenemos nada que nos pueda llevar en una dirección o hacia otra, por lo tanto cada idea puede ser la correcta. Lo importante es no perder de visto nuestra meta final.
Zamagni y Finocchi asintieron.
–Mientras tanto, volved a revolver en aquellas cajas, ya irГ©is maГ±ana a hablar con las otras personas que habitan en el edificio donde hemos encontrado a Santopietro la primera vez –respondiГі Luzzi –AllГ podrГЎ haber algo que nos pueda ayudar a encontrar una conexiГіn entre Santopietro y la Voz. Si realmente los dos se conocГan, deberemos hallar una pista.
–Haremos todo lo posible, como siempre –concluyó el agente Finocchi saliendo de la oficina y volviendo a cerrar la puerta a sus espaldas por segunda vez en poco tiempo.
Independientemente del material que recibirГan en los dГas sucesivos, lo que ya tenГan a su disposiciГіn parecГa mucho pero, de todas formas, aunque seguГan hurgando no encontraban nada aparentemente Гєtil para su investigaciГіn.
Y los interrogantes aumentaban: Вїestaban realmente seguros de que aquellas indagaciones les llevarГan a algГєn sitio o estarГan perdiendo un tiempo valioso? ВїQuГ© podrГan encontrar, en aquellas cajas, que tuviese, aunque fuese una mГnima utilidad, para encontrar a la Voz?
Los efectos personales de Santopietro parecГan ser sГіlo objetos que podrГan haber pertenecido a cualquiera.
A continuaciГіn, a Zamagni le volvieron a la mente el libro rojo y el artilugio que, por el informe de Alice Dane, el criminal utilizaba para mantener atadas a sus vГctimas.
–Deberemos preguntar al capitán para hacernos con estas dos cosas –dijo Finocchi, asintiendo en dirección al inspector.
DespuГ©s de un par de horas de bГєsquedas infructuosas, los dos hicieron una Гєltima pausa para comer algo y exponer su peticiГіn al capitГЎn.
Fueron al bar cercano a la comisarГa para consumir velozmente un bocadillo, luego volvieron y encontraron a Giorgio Luzzi en su oficina.
Cuando Zamagni terminГі de explicar su idea, el capitГЎn consintiГі y asegurГі que harГa buscar el libro rojo en los archivos de la policГa y aГ±adiГі que para el artilugio al que se referГa el inspector se informarГa con respecto a dГіnde habrГan podido verlo.
–Probablemente ha sido llevado a un almacén de nuestra propiedad en algún sitio fuera de la ciudad, de todas formas os haré saber el lugar exacto en el que encontrarlo.
Zamagni y Finocchi le dieron las gracias, luego volvieron de nuevo al escritorio del inspector y, cuando llegГі la noche, dejaron la comisarГa sin haber encontrado todavГa nada que pudiese servir de pista para encontrar a la Voz.
DespuГ©s de llegar a su apartamento en San Lazzaro di Savena, Stefano Zamagni se preparГі una cena rГЎpida con pan ГЎcimo y una ensalada mixta, y se puso en el sofГЎ del salГіn a mirar el telediario.
En los veinte minutos siguientes escuchГі noticias de polГtica, economГa y sucesos locales.
La noticia mГЎs destacada fue la liberaciГіn de algunos detenidos de la cГЎrcel de la Dozza debido a una reducciГіn de la pena por buena conducta, luego el periodista hablГі de un par de accidentes de trГЎfico provinciales que afortunadamente no habГan causado daГ±os personales, de un excursionista que habГa llamado a los socorristas en el Corno alle Scale porque se habГa perdido saliendo de un sendero seГ±alizado del C.A.I. y otras noticias de menor importancia.
Cuando llegaron las noticias deportivas, Zamagni apagГі el televisor, lavГі los cubiertos, puso un poco de orden en el apartamento y a las diez de la noche decidiГі irse a dormir para estar en forma a la maГ±ana siguiente.
El trabajo de investigaciГіn que estaban haciendo lo cansaba mucho, sobre todo porque parecГa que no produjese ningГєn resultado.
Antes de dormirse volviГі a pensar en una frase que habГa dicho Marco Finocchi: ellos estaban habituados a buscar agujas en los pajares. De todos modos, esto le produjo una nueva fuerza nerviosa y determinaciГіn para continuar con aquella parte de la investigaciГіn.
El hombre era consciente de que en los dГas sucesivos su trabajo no serГa nada fГЎcil, por lo que decidiГі gozar del Гєltimo dГa en Sevilla respirando el aire andaluz, dando un paseo entre las calles y terminando la velada saboreando un buen nГєmero de tapas a un coste irrisorio.
Siempre habГa mucha gente caminando por la ciudad, quien para ir de compras, quien para ir a beber algo a un bar, quien, simplemente, por placer de vivir la capital andaluza, y Г©l se sentГa muy contento de poder mezclarse con la gente del lugar bajo su aureola de anonimato.
Hacia las ocho de la noche, horario de aperitivo para los espaГ±oles, fue al Dos de Mayo que, a decir de muchos era el mejor local de Sevilla donde poder degustar una Гіptima cocina local.
Cuando llegГі, prГЎcticamente poco despuГ©s del horario de apertura, habГa ya bastante gente a pesar de que fuese un dГa entre semana.
OrdenГі varias tapas, que retirГі personalmente de vez en cuando en la barra, y las pasГі con un tubo de cerveza.
Un par de horas mГЎs tarde fue a pagar la cuenta y volviГі a su apartamento para los Гєltimos preparativos antes de partir para Italia, disgustado por debГa dejar AndalucГa pero consciente de que pronto regresarГa.
IV
La idea de tener que ir donde Alice Dane habГa encontrado a Daniele Santopietro antes de que desapareciese no le apetecГa demasiado a Stefano Zamagni.
A medida que Г©l y Marco Finocchi se acercaban a su destino, el inspector volviГі a recordar con detalle el resumen que le habГa hecho la agente de Scotland Yard en el encuentro que ambos habГan tenido poco despuГ©s y una serie de escalofrГos comenzaron a recorrerle la espina dorsal.
Cuando llegaron delante del edificio, el inspector mostraba un visible desasosiego, asГ que el agente Finocchi dijo:
–No debemos preocuparnos demasiado; en el fondo ahora ya Santopietro no nos dará ningún tipo de problema.
–Esto es seguro –asintiГі Zamagni –pero el recuerdo estГЎ todavГa vivo, a pesar de que sГіlo Alice tuvo el... placer... de entrar en su apartamento.
–Ummm... creo que entiendo cómo te sientes –respondió Finocchi –pero debemos armarnos de valor y seguir adelante. Somos conscientes de nuestro objetivo final y de lo que pretendemos hacer aquà y estas dos cosas deben estimularnos para continuar, no hacernos desistir. Y además no tenemos la intención de entrar en ese piso, ¿no?
–Tienes razón –concordó el inspector después de un momento de duda en el cual no consiguió, sin embargo, no pensar de nuevo en el pasado.
Transcurridos unos minutos, justo el tiempo para llegar delante de la puerta del edificio, Zamagni intentГі quitarse de encima, de una vez por todas, todo el miedo y apretГі el timbre con la esperanza de obtener una respuesta de cualquier tipo.
A la tercera tentativa respondiГі una voz femenina que resultГі ser una estudiante universitaria.
DespuГ©s de que el inspector Zamagni le hubo explicado el motivo por el que se encontraban allГ, la muchacha dijo que, por desgracia, no podrГa ayudarles de ningГєn modo porque vivГa en ese edificio sГіlo desde hacГa dos aГ±os, es decir mucho tiempo despuГ©s de los acontecimientos relacionados con Daniele Santopietro.
El inspector pidiГі con amabilidad poder entrar en el edificio para interrogar a los otros inquilinos y la muchacha abriГі el portal. Zamagni le dio las gracias y entrГі junto con el agente Finocchi.
Mientras los dos subГan las escaleras el relato de Alice Dane en el interior del edificio se abriГі camino en la mente del inspector por enГ©sima vez, acompaГ±ado por algГєn que otro escalofrГo en la espalda.
Decidieron comenzar desde el piso mГЎs alto, pulsando en los timbres de cada apartamento.
En la mayor parte de los casos no obtuvieron ninguna respuesta, probablemente porque, considerando el horario, muchos en ese momento se encontraban en el trabajo, pero consiguieron hablar con una seГ±ora mayor que dijo que deberГan volver a partir de las cinco de la tarde para encontrar a mГЎs inquilinos.
Zamagni tambiГ©n preguntГі a la mujer si sabГa quiГ©n habitaba actualmente en el apartamento donde habГan encontrado a Daniele Santopietro y ella respondiГі que desde hacГa unos aГ±os vivГa allГ una familia con dos chicos adolescentes.
AsГ que el inspector dio las gracias a la seГ±ora por su amabilidad y la disponibilidad que habГa demostrado con respecto a ellos y dijo que volverГan para hablar con los otros inquilinos y, posiblemente, tambiГ©n con la familia que habitaba actualmente en el apartamento.
La mujer se despidiГі con la misma cortesГa con que los habГa acogido a su llegada y cerrГі la puerta de casa.
De nuevo en la calle, Zamagni y Finocchi volvieron a la comisarГa para poner al dГa a Giorgio Luzzi.
El capitГЎn estaba sentado al escritorio como si estuviese esperando alguna novedad y cuando vio al inspector por el pasillo seguido por el agente Finocchi no dudГі en levantarse para abrir la puerta de la oficina y hacer sentar a los dos en el interior.
–¿Y bien? –preguntó impaciente el capitán.
–Nada importante por el momento –respondió el inspector –Nuestra primera visita al edificio donde hemos encontrado a Santopietro no ha dado grandes resultados. Hemos hablado con una mujer mayor por la que hemos sabido que actualmente en el piso donde estaba Santopietro ahora habita una familia.
–Entiendo –asintió el capitán.
–La señora nos ha aconsejado que volviésemos después de las cinco de la tarde para tener más probabilidades de encontrar a alguien –concluyó Zamagni.
–De acuerdo –dijo Luzzi –Ahora ocupaos de otras cosas, luego, por la tarde, volveréis a ese edificio.
El inspector asintiГі.
–Ahora podremos volver a comprobar aquellas cajas –propuso Marco Finocchi, refiriГ©ndose al material que habГan recibido del capitГЎn unas pocas horas antes.
–Buena idea –concordó Luzzi acompañando a los dos fuera de su oficina y cerrando la puerta.
El hombre dejГі Sevilla por la maГ±ana.
Desde el centro de la ciudad cogiГі un autobГєs rojo de la LГnea Aeropuerto y bajГі delante de la terminal que le interesaba, luego entrГі en el aeropuerto y buscГі su vuelo en los monitores informativos de las salidas.
Identificados los bancos para el embarque, fue al extremo de la fila que le ataГ±Гa y esperГі su turno.
En cuanto estuvo delante de la hostess de tierra, la mujer le pidiГі la reserva, el documento de identidad y apoyar el equipaje de bodega sobre la balanza.
No encontrando ninguna irregularidad le devolviГі los documentos junto con la carta de embarque.
La mujer no habrГa podido saber que aquel documento era falso porque incluso en la base de datos ese nombre aparecГa sin antecedentes y correspondГa con la foto puesta en el mismo documento.
El hombre le dio las gracias y fue inmediatamente hacia la zona franca del aeropuerto.
TambiГ©n pasГі los controles de seguridad sin ningГєn problema, asГ que buscГі las puerta de acceso y esperГі el momento del embarque dando vueltas entre las tiendas libres de impuestos y los distintos comercios del ГЎrea.
Puntual, el aviГіn partiГі de Sevilla con destino a Bologna y llegГі a la capital emiliana con unos pocos minutos de retraso.
DespuГ©s de salir del aeropuerto el hombre se puso a caminar por la acera que lo llevarГa al autobГєs de la lГnea BLQ para conducirlo hacia la ciudad, consciente de que en este momento sГіlo debГa esperar que su cliente se comunicase con Г©l de alguna forma.
Durante todo el tiempo que Zamagni y Finocchi trascurrieron delante del material que habrГa podido darles alguna pista con la que encontrar una conexiГіn lГіgica entre Santopietro y la Voz, los dos policГas no llegaron a nada en concreto.
Hasta ahora habГan encontrado solo objetos aparentemente inГєtiles para el desarrollo de la investigaciГіn.
Cuando faltaba mГЎs o menos quince minutos para las cinco de la tarde, salieron de la comisarГa para volver al edificio donde habГan estado antes, esperando esta vez encontrar a alguien que pudiese ayudarles con respecto a lo que estaban buscando. BastarГa solamente un indicio, para empezar a recorrer un camino que pudiese orientar el curso de la investigaciГіn en una direcciГіn.
En caso contrario, serГa realmente difГcil para ellos poder localizar a la Voz.
Llegaron al edificio donde ya habГan estado anteriormente ese mismo dГa, pero no tuvieron mucha suerte.
Quien habitaba en el piso que les interesaba a ellos, es decir donde habГan encontrado a Daniele Santopietro, no habГan regresado de la jornada de trabajo, o puede que estuviesen fuera de casa y volviesen por la noche.
Escribieron una nota para volver en los dГas sucesivos, luego consiguieron hablar con otro vecino que les informГі con respecto al hecho de que la familia a la que se referГan habГa llegado allГ sГіlo hacГa poco tiempo y que, desde que ya no estaba Santopietro, el apartamento habГa estado sin alquilar hasta la llegada de la familia.
En ese momento Zamagni telefoneГі a la comisarГa e hizo que le pusiesen con Giorgio Luzzi.
–Creo recordar que, transcurrido algГєn tiempo desde la muerte de Santopietro y despuГ©s de haber hecho todos los hallazgos del caso, del apartamento se quitaron todos los precintos porque pensГЎbamos que ya no nos serГa Гєtil –explicГі el capitГЎn por telГ©fono.
Zamagni asintiГі, a continuaciГіn dio las gracias al capitГЎn y colgГі.
DespuГ©s de haber puesto al corriente al agente Finocchi sobre lo que habГa dicho Luzzi, el inspector preguntГі al vecino si recordaba haber notado algo de particular durante el perГodo de permanecГa de Daniele Santopietro en el edificio.
–No creo –respondió el hombre.
–Entiendo. Y... otra cosa... quizГЎs ya se lo han preguntado en su momento pero, haciendo memoria, ВїSantopietro recibГa visitas mientras estaba aquГ? –preguntГі todavГa Zamagni –QuerrГamos saber sobre todo si veГa con frecuencia a alguien.
–Sinceramente nunca he puesto mucha atenciГіn, pero me parecГa una persona bastante solitaria y que no veГa nunca a nadie –dijo el hombre. –Aunque en alguna ocasiГіn, pocas a decir verdad, vi que llegaba a casa llevando en vilo una persona. Siempre distinta, quiero decir. Como si esta persona estuviera sin sentido o quizГЎs borracha. De todas formas, no se tenГa en pie.
–¿Nunca se hizo preguntas con respecto a esto? –preguntó Finocchi al hombre.
–Sinceramente no. A menos que suceda algo realmente particular, dada mi naturaleza pienso sГіlo en mis asuntos. Por lo que respecta a los episodios de los que estamos hablando, siempre he pensado que podГan ser consecuencia de haber salido a beber y a divertirse, en las que quizГЎs se habГa levantado demasiado el codo.
Los dos policГas asintieron.
–Le damos las gracias por el tiempo que nos ha dedicado –dijo el inspector después de una mirada de entendimiento con el agente Finocchi –Si se acuerda de algo más no dude en contactarnos. Le dejo mi tarjeta de visita.
–De acuerdo –dijo el hombre.
–Una última cosa –añadió Zamagni mientras ya estaba bajando las escaleras para volver a la calle. –¿Podemos saber, por favor, cómo se llama usted?
–Claro. Mariano Bonfigioli.
–Gracias. Que tenga un buen dГa.
–Y ustedes.
Una vez hubieron regresado a la comisarГa Zamagni y Finocchi, de nuevo pusieron al corriente al capitГЎn y dijeron que volverГan a aquel edificio otra vez para hablar con la familia que vivГa actualmente en el apartamento en que habГa estado Daniele Santopietro.
–Perfecto –comentó Luzzi.
El hombre habГa sido localizado telefГіnicamente mientras estaba preparando una infusiГіn a base de frutos rojos.
PulsГі la tecla verde del telГ©fono mГіvil y respondiГі a la llamada. El nГєmero del emisor no era visible en la pantalla.
–¿Diga? –dijo, imaginando ya quiГ©n estaba en la otra parte de la lГnea.
–El prГіximo movimiento serГЎ maГ±ana por la maГ±ana a las once en la librerГa enfrente de las Due Torri, a la derecha de Portugal.
Una frase sencilla y relativamente enigmГЎtica, luego la comunicaciГіn fue interrumpida.
Como habГa intuido, quien habГa hablado era su cliente. El que le habГa llamado mientras estaba en Sevilla.
Llegado a este punto, no le quedaba mГЎs que esperar al dГa siguiente, ir a donde le habГan dicho y enterarse de lo que tendrГa que hacer.
El murmullo del agua lo apartГі de sus pensamientos que le estaban dando vueltas en la cabeza en ese momento.
ApoyГі el telГ©fono mГіvil sobre la mesa, a continuaciГіn puso el filtro a la infusiГіn dentro de la taza de cerГЎmica y echГі encima el agua caliente.
Beber la infusiГіn le sirviГі para meditar y para prepararse para el trabajo inminente.
Esa noche se fue a dormir temprano y a la maГ±ana siguiente llegГі al lugar que le habГan dicho con mГЎs o menos diez minutos de anticipo respecto del horario de apertura.
Al principio dio una vuelta por las estanterГas de la librerГa, luego se parГі delante de las guГas de viaje.
DespuГ©s de haber hojeado un par de ellas fingiendo interГ©s, cuando estuvo seguro de que no serГa visto por nadie puso la mano derecha sobre la Гєltima guГa de Portugal y lentamente la moviГі hasta notar algo en el costado de la misma.
RГЎpidamente extrajo el objeto: se trataba de un sobre de papel, como los usados para mandar cartas, con la parte superior pegada.
Sin pensГЎrselo mucho, ya que podrГa perder un tiempo muy valioso y llamar la atenciГіn de alguien, doblГі en dos el sobre, se lo metiГі en un bolsillo de los pantalones y continuГі dando una vuelta por el interior del negocio hasta la salida pasando delante de las cajas registradoras.
Por lo que parecГa, afortunadamente para Г©l todo habГa ido como la seda.
V
A la maГ±ana siguiente el inspector Zamagni y Marco Finocchi abandonaron pronto la comisarГa para ir a la periferia a un depГіsito de la policГa.
Cuando llegaron estaba esperГЎndoles el vigilante, un hombre de unos sesenta aГ±os que trabajaba en aquel lugar desde hacГa ya mГЎs de un decenio y que habГa visto pasar delante de sus ojos los mГЎs diversos objetos embargados en el curso de las investigaciones, accidentes y otras ocasiones en las que los agentes de policГa creГan era necesario incautar algo.
–Buenos dГas, inspector –dijo el hombre.
Zamagni y Finocchi lo saludaron a su vez, luego fueron acompaГ±ados al interior del local.
Se trataba de un almacГ©n de grandes dimensiones, esencial en lo que podГa ser definido como mobiliario.
–Por aquГ.
El vigilante los guiГі entre coches accidentados, objetos de todas las dimensiones y de las utilidades mГЎs dispares, efectos personales diversos, todos subdivididos y ordenadamente dispuestos en el ГЎrea.
Cada cosa era catalogada e identificada por un nГєmero progresivo, de manera que se pudiese encontrar fГЎcilmente, dentro de unos archivos de unos centГmetros de alto y colocados en orden en muebles lacados de color negro puestos al fondo del depГіsito.
–Me han dicho que vosotros estГЎis aquГ para ver en concreto dos cosas –dijo el vigilante despuГ©s de unos minutos de silencio en los que los tres sГіlo habГan caminado.
Para llegar al fondo del depГіsito pasaron primero por una zona que parecГa un aparcamiento lleno de automГіviles confiscados, luego por en medio de unas estanterГas de algunos metros de alto.
Y a los lados del depГіsito habГa otras habitaciones, todas adaptadas al mismo fin.
–Debemos buscar el 134 y el 528 –explicГі el vigilante cogiendo el primer registro –que se encuentran respectivamente... veamos un momento... ВЎaquГ estГЎn! LocalizaciГіn AB004 y H000... parecen letras y nГєmeros puestos al azar pero en realidad tienen un significado: la primera letra indica un pasillo y el nГєmero indica el piso de una estanterГa. H000 quiere decir que lo que buscamos estГЎ en la zona H a la altura del suelo, de hecho se trata de algo de grandes dimensiones, que ha sido puesto en una habitaciГіn en la que no existen pasillos ni estanterГas.
Los dos policГas siguieron al vigilante sin decir nada.
–Ahora estamos yendo a buscar el 528 –dijo el vigilante.
Cuando llegaron a donde encontrarГan lo que estaban buscando el hombre cogiГі una escalera provista de ruedas y subiГі hasta lo alto de la estanterГa.
–¡Encontrado! –exclamГі, luego descendiГі hasta el suelo y entregГі el objeto al inspector: se trataba del libro rojo que Zamagni habГa encontrado sobre el suelo de la bodega del local de Mauro Romani el dГa en el que se topГі con Daniele Santopietro la primera vez.
Tener el libro en la mano le hizo recordar el momento mismo en que lo habГa hallado mГЎs de diez aГ±os atrГЎs y las sensaciones que habГa fomentado el resplandor cegador que surgГa de aquel objeto.
Instintivamente el inspector tocГі la cubierta de raso y un escalofrГo le recorriГі la espalda.
–Ahora podemos ir a ver el 134 –dijo el vigilante arrancando al inspector de algunos pensamientos que le habГan venido en mente desde que habГa tenido, durante unos segundos, el libro en sus manos.
Los tres salieron de la habitaciГіn y caminaron durante unos minutos sin hablar.
–¡Ya hemos llegado! –dijo al fin el vigilante indicando toda el área –Habéis venido hasta aquà para ver eso.
El hombre estaba seГ±alando el objeto infernal, pensГі Zamagni.
Se trataba del artilugio que se encontraba en el interior de la casa de Daniele Santopietro con el cual el criminal, aparentemente, extraГa los fluidos corporales a sus vГctimas.
–Por desgracia no conseguiréis llevarlo con vosotros –comentó el vigilante –pero podréis volver aquà todas las veces que creáis necesario para volver a ver esta cosa.
–Perfecto –dijo Zamagni.
–En cambio podéis quedaros el libro, pero deberéis firmar en el registro para tomarlo prestado –añadió –por si alguien viniese por casualidad a buscarlo. Debemos saber que lo tenéis vosotros.
Zamagni y Finocchi asintieron, luego siguieron al hombre hasta la entrada del depГіsito.
–Una firma aquГ.
El vigilante estaba indicando al inspector el registro dedicado al retiro de los objetos.
Zamagni firmГі, a continuaciГіn los dos policГas se despidieron y le dieron las gracias al vigilante, saliendo del depГіsito.
Hacer todo el trayecto hasta la comisarГa con el libro rojo en el asiento de atrГЎs del coche tuvo sobre el inspector otro efecto de deja vu, recordГЎndole una vez mГЎs aquel dГa del 2002: en esa ocasiГіn se llevГі el libro rojo incluso a casa, a la espera de entregarlo en la comisarГa.
Zamagni y Finocchi intercambiaron pocas palabras durante la vuelta y, una vez llegados, pusieron al corriente al capitГЎn, que, finalmente, sГіlo dijo Buen trabajo.
En ese momento el inspector y Marco Finocchi se tomaron una pausa para intentar comprender mejor en quГ© manera habrГa podido serles Гєtil para su investigaciГіn aquel libro.
Los dos policГas se fueron al escritorio del inspector y este Гєltimo comenzГі a hojear el libro, sin encontrar nada de interesante.
Lo que Zamagni nunca habГa comprendido era cГіmo aquel libro pudiese brillar con luz propia.
Al principio, cuando encontrГі aquel libro en la bodega del bar de Mauro Romani, habГa pensado que el efecto luminoso pudiese derivar de la fluorescencia de la cubierta pero no era asГ.
–Este libro producГa una luz cegadora –dijo Zamagni al agente Finocchi –pero ahora ya no es asГ y no entiendo el motivo.
Marco Finocchi asintiГі, luego se dio cuenta de la presencia de la pequeГ±a nota adhesiva en el interior de la cubierta, justo despuГ©s de la Гєltima pГЎgina, y se lo hizo observar al inspector. Era una nota de la policГa cientГfica, probablemente de quien habГa examinado aquel libro para buscar informaciГіn que hubiese podido ser Гєtil para la investigaciГіn que, hacГa mГЎs de diez aГ±os, habГan llevado al descubrimiento del desaparecido Daniele Santopietro.
La nota decГa:
ATENCIГ“N: MECANISMO ELECTRГ“NICO EN EL FONDO DE LA CUBIERTA. PULSAR EL BOTГ“N HACIA ATRГЃS.
ВїQuГ© significaba aquella frase?
Ni Zamagni ni el agente Finocchi habrГan podido saberlo sin probarlo, asГ que, conscientes de que no podГa ser nada peligroso, tratГЎndose de una nota de un compaГ±ero, el inspector siguiГі las instrucciones.
Al principio no conseguГa entender quГ© habrГa tenido que pulsar porque, aparentemente, en la cubierta a la que se referГa la nota no habГa nada, luego, en cambio, se percatГі de una ligera depresiГіn en un lateral.
Primero lo tocГі, para confirmar la impresiГіn que habГa tenido poco antes, luego hizo una pequeГ±a presiГіn en aquel punto exacto... y el libro rojo se iluminГі con un resplandor tal que tanto Г©l como el agente Finocchi debieron cerrar los ojos. Unos segundos despuГ©s, Zamagni presionГі de nuevo sobre el mismo punto y el resplandor se desvaneciГі.
A continuaciГіn, Zamagni apoyГі el libro en el escritorio y mirГі al agente Finocchi.
Los dos quedaron unos segundos sin decir nada, luego el agente rompiГі el silencio.
–¿Es una especie de efecto especial? –preguntó.
–Parece algo de eso –respondió Zamagni.
–Esto me hace pensar que cualquiera que tenga en sus manos el libro cuando quiere puede encender y apagar la cubierta.
–Eso parecerГa –asintiГі el inspector.
–¿Y si esto querГa dar la impresiГіn de algo sobrenatural? ВїDe inexplicable? –se atreviГі a decir Marco Finocchi.
–No lo sГ© –respondiГі el inspector despuГ©s de un momento –realmente, mientras perseguГamos a Santopietro tuvimos que enfrentarnos con algunas cosas aparentemente inexplicables.
El agente se quedГі en silencio, como si esperase que Zamagni tuviese la intenciГіn de seguir hablando.
–Me vienen a la mente las frases en las paredes que primero estaban y luego desaparecГan –volviГі a hablar el inspector –o aquella frase en el cielo cuando explotГі mi coche.
–¿PodrГa existir una explicaciГіn racional a estas cosas? –preguntГі Marco Finocchi.
–Por ahora no sabrГa responderte –dijo Zamagni –Es verdad que me gustarГa que existiese aunque ahora no sГ© dГіnde ir para encontrarla.
–Si hubiese una explicaciГіn cientГfica, no cientГfica o de cualquier otro tipo, ВїquerrГa decir que alguien tenГa intenciГіn de volver loco a alguien?
–Efectivamente no podemos excluirlo, considerando lo que ahora sabemos con respecto a este libro –concluyó Zamagni mirando fijamente de nuevo la cubierta roja.
–¿Vamos a contar esto al capitán? –propuso el agente.
El inspector asintiГі, asГ que los dos policГas se fueron hacia el escritorio de Giorgio Luzzi.
–Vuestra teorГa podrГa ser interesante y no exenta de fundamento –comentГі el capitГЎn despuГ©s de haber escuchado lo que le habГan dicho Zamagni y el agente Finocchi.
–¿Por qué nunca nos ha llegado una comunicación con respecto a este libro rojo y a aquel artilugio... infernal... que está guardado en el depósito? –quiso saber el inspector.
–Por un motivo muy simple –respondiГі Luzzi. –Cuando los hombres de la policГa cientГfica terminaron el trabajo Daniele Santopietro ya estaba muerto. Yo mismo pensГ© que esos resultados no tendrГan ya importancia en vuestro trabajo. Como parecГa lГіgico pensar, aparentemente no servirГa a nadie saber cГіmo funcionaba aquella cubierta o aquel.... ВїcГіmo lo has llamado?... Ah, si.... artilugio infernal.
Zamagni y Finocchi asintieron.
–Ahora, sin embargo, la pregunta que viene a continuación es otra –prosiguió el capitán –Es decir: saber lo que ahora sabemos, ¿cómo puede ayudarnos en la investigación? Conociendo estas cosas, ¿conseguiremos llegar hasta la Voz?
El inspector y el agente Finocchi se intercambiaron una mirada interrogativa, luego miraron de nuevo a Giorgio Luzzi.
–No sabrГa responderle –dijo el inspector despuГ©s de unos segundos de silencio.
–Ni tampoco yo, al menos por el momento –respondiГі el capitГЎn –En este momento no nos queda otra cosa que volver al edificio en el que vivГa Santopietro y esperar recuperar alguna informaciГіn.
–Esperemos que nos puedan resultar también útiles –añadió el agente.
–Ya –asintió Luzzi –ahora idos.
Zamagni y Finocchi se despidieron del capitГЎn y salieron de la oficina cerrando la puerta.
El hombre abriГі el sobre que habГa encontrado en la librerГa y sacГі de Г©l un folio de pequeГ±as dimensiones doblado por la mitad.
LeyГі las pocas palabras que habГa escritas en el papel.
El mensaje era claro: habГa anotada una direcciГіn en la que encontrarГa a Stefano Zamagni.
Aunque en el folio no habГa sido especificado, conectando aquellas informaciones con la llamada que habГa recibido cuando se encontraba en Sevilla, el hombre comprendiГі que Stefano Zamagni tendrГa las horas contadas gracias a Г©l.
Esta vez, sin embargo, a diferencia de las anteriores, su cliente pretendГa algo mГЎs: en el papel estaba anotada la hora de la muerte.
El hombre volviГі a doblar el folio, lo volviГі a poner en el sobre y puso todo en un bolsillo de los pantalones.
Un nombre, una direcciГіn y un hora... ВЎes realmente inteligente!, pensГі el hombre. A primera vista parece un mensaje sencillo, casi banal, y sobre todo inocuo. Nadie lo sabrГa descifrar por lo que es en realidad.
En el interior del sobre habГa tambiГ©n una nota adhesiva: era el aviso de llegada de un repartidor con una segunda fecha para una nueva entrega.
El resto de la jornada transcurriГі sin problemas de ningГєn tipo. Una tarde tranquila seguida de una velada tambiГ©n tranquila.
Se fue a dormir cuando faltaban poco menos de veinte minutos para medianoche.
TodavГa tendrГa algunos dГas de descanso antes de ese trabajo, asГ que hizo las cosas con calma, consciente de que podrГa permitirse trasnochar si hubiese querido.
El inspector Zamagni y el agente Finocchi volvieron al edificio en el que habГa vivido Daniele Santopietro cuando ya habГan pasado las cinco de la tarde.
Su intenciГіn era la de conseguir hablar con la familia que ocupaba en este momento el apartamento que habГa sido habitado anteriormente por el criminal y, si fuese posible, recolectar el mayor nГєmero de informaciГіn entre los otros vecinos, en particular modo de los que habitaban en ese edificio en el mismo perГodo en que habГa estado Santopietro.
Como habГan sabido con antelaciГіn por otro vecino, la familia que habitualmente ocupaba el apartamento donde habГa habitado Santopietro estaba allГ desde hacГa pocos aГ±os. Zamagni y Finocchi tuvieron la oportunidad de hablar directamente con el marido y la esposa mientras que, en ese momento, los dos hijos se encontraban fuera de casa, y los dos cГіnyuges pudieron sГіlo confirmar de no ser de gran ayuda. Esto tambiГ©n porque, en aquella Г©poca, compraron el apartamento a travГ©s del anuncio de una agencia inmobiliaria y, por lo que sabГan del ex propietario, se habГa perdido la pista. Se rumoreaba que se habГa transferido al extranjero, probablemente a Australia con unos parientes, pero, aunque la policГa hubiese removido Roma con Santiago, no estaba garantizado poder encontrarlo porque se trataba, de todas formas, de un hombre muy anciano que podrГa ya haber muerto a causa de su edad avanzada.
Como era habitual, el inspector preguntГі a los dos cГіnyuges que le informasen si por casualidad se acordaban de algГєn detalle que podrГa ser Гєtil para la investigaciГіn en curso, asГ que interrogaron de nuevo a otros vecinos, consiguiendo hablar, de esta manera, tambiГ©n con Mariano Bonfigioli y la mujer y con una pareja de ancianos que no estaban presentes durante su anterior visita al edificio.
De esta forma se enteraron de que, posiblemente, en el perГodo en el que Santopietro habitaba en aquel edificio, se hicieron algunos trabajos en el hueco de la escalera, que habГan creado no poco disgusto entre los vecinos mismos. Por lo que recordaban los vecinos interpelados, durante esas labores se instalaron algunas videocГЎmaras que a continuaciГіn fueron desactivadas pocos meses mГЎs tarde.
El motivo de la desactivaciГіn, por lo que habГa dicho el administrador, era el excesivo coste del mantenimiento del servicio.
–¿Podemos conocer el nombre del administrador? –preguntó Zamagni.
–Se llamaba Dante Tarterini –respondió el marido –pero creo que ya no ejerce la profesión. Creo que se ha jubilado. De todas formas, no es ya el administrador de este edificio. Ahora lo lleva Pierpaolo Maurizzi.
Zamagni y Finocchi le dieron las gracias a los vecinos por el tiempo que les habГan dedicado y se despidieron, recordando que cualquier noticia aparentemente digna de ser recordada serГa bienvenida para la investigaciГіn que estaban llevando a cabo.
VI
Al dГa siguiente, despuГ©s de hacer el balance de la situaciГіn con el capitГЎn Luzzi con respecto a la investigaciГіn sobre el pasado de Daniele Santopietro, Stefano Zamagni y el agente Marco Finocchi se fueron a ver al administrador del edificio en el que el criminal habГa vivido durante un cierto tiempo, antes de desaparecer en la nada.
DespuГ©s de una llamada telefГіnica para saber si podrГan pasar para tener una pequeГ±a charla, los dos policГas se presentaron en las oficinas del estudio del administraciГіn Maurizzi y fueron recibidos por una empleada que les hizo sentar a la espera de que el administrador estuviese libre.
–Serán sólo unos pocos minutos –explicó la mujer y la previsión fue correcta.
–Encantados de conocerles –les saludó el administrador –¿A qué debemos vuestra visita? A parte de los controles rutinarios de la Guardia di Finanza
nunca me habГa ocurrido que en nuestras oficinas llegasen las fuerzas del orden por otros motivos.
El inspector Zamagni explicГі que su visita tenГa que ver con el edificio que ellos administraban desde hacГa aГ±os, luego, cuando Г©l y el agente Finocchi se encontraron en la oficina del administrador, pasГі tambiГ©n a contarle los detalles.
–Me deben perdonar, pero han pasado mГЎs de diez aГ±os desde los hechos que me estГЎis contando –dijo el hombre –y, realmente, no me acuerdo exactamente de este detalle con respecto a la instalaciГіn de tele cГЎmaras. Imagino, de todos modos, que se haya tratado de una instalaciГіn a raГz de una asamblea y debido a motivos de seguridad.
–¿Tiene una forma de comprobarlo? –preguntó Zamagni.
–Claro, pero necesito unos dГas –respondiГі el administrador –Debo recuperar la informaciГіn del archivo y remontarme a diez aГ±os atrГЎs.
–De acuerdo –le complaciГі el inspector –Podemos darle dos dГas. ВїCree que serГЎn suficientes?
–Quizás es poco tiempo pero veremos qué puedo hacer.
Zamagni y Finocchi le dieron las gracias, a continuaciГіn abandonaron el estudio de administraciГіn y volvieron a la calle.
Esa tarde, el administrador comprobГі la documentaciГіn del edificio en cuestiГіn y, cuando se dio cuenta de lo que le habГan pedido los policГas, se acordГі de un detalle y llamГі por telГ©fono con la esperanza de que aquel nГєmero de telГ©fono mГіvil estuviese todavГa activo.
El regreso del inspector Zamagni y del agente Finocchi hacia la comisarГa se vio frenado por un accidente.
Cuando transitaban por el inicio de la vГa Saffi, los dos policГas vieron un atasco y se pusieron a la cola.
Un poco mГЎs adelante se veГan las luces intermitentes de una ambulancia y de un coche de la policГa municipal.
A la espera de que el trГЎfico se desplazase en aquel punto, aunque fuese lentamente, una persona fue metida en la ambulancia y esta partiГі con las sirenas a todo meter justo despuГ©s.
Por lo que se podГa entender, un automovilista habГa embestido a un peatГіn en el paso de cebra y, en cuanto llegaron al lugar exacto del accidente, Zamagni se identificГі con un agente de la policГa municipal y le preguntГі si todo estaba resuelto.
–El hombre que ha sido atropellado probablemente estГ© llegando a Urgencias del Hospital Maggiore en estos momentos –explicГі el policГa municipal –mientras que al automovilista le ha caГdo una multa, sГіlo para empezar, luego ya se verГЎ cГіmo se desarrollarГЎn las condiciones de la persona atropellada.
Zamagni le dio las gracias por la informaciГіn esperando que todo concluyese de la mejor manera.
Dejando a la espalda el lugar del accidente, los dos policГas llegaron a la comisarГa y, despuГ©s de explicar al capitГЎn Luzzi el motivo de su retraso, comenzaron a ponerlo al dГa con respecto a su coloquio con el administrador Maurizzi.
–Sinceramente espero que estas búsquedas nos puedan llevar a la identificación de la Voz –admitió el capitán, asintiendo. –A veces se me ocurre pensar que pueden resultar inútiles e infructuosas pero, por otra parte, me doy cuenta de que no es fácil rastrear a una persona cuando las únicas referencias que tenemos son un criminal muerto y alguien que ha escuchado la Voz sólo por teléfono.
–Seguramente es muy difГcil hacer una identificaciГіn –concordГі el inspector –pero podemos usar sГіlo los datos que tenemos en mano, y son pocas, y luego los que consigamos obtener.
–Ya... bueno, ahora salid de aquГ e id a descansar –les despidiГі Giorgio Luzzi. –MaГ±ana serГЎ otro dГa y decidiremos cГіmo proceder.
–De acuerdo. Gracias.
Zamagni y Finocchi salieron de la oficina del capitГЎn dГЎndole las buenas noches.
El hombre tenГa consigo la direcciГіn del inspector Zamagni y asГ, poseyendo todavГa un dГa antes de deber cumplir la peticiГіn de su cliente, fue a investigar in situ.
Avenida della Reppublica en San Lazzaro di Savena era una calle bastante frecuentada, por lo menos en las horas diurnas, con coches que iban y venГan en las dos direcciones y peatones que la recorrГan por las aceras y bajo los tramos de los porches.
Gracias a una rГЎpida bГєsqueda en Internet habГa visto que la direcciГіn que le interesaba se encontraba en la extremidad opuesta, cerca de vГa Jussi, pero Г©l, para hacerse una idea mГЎs precisa de la zona, entrГі en la calle por la parte opuesta.
Al principio vio un parque pГєblico a la derecha y varios negocios a la izquierda, luego los negocios se alternaban con edificios a ambos lados.
Vio tambiГ©n un bar, a primera vista bastante frecuentado, asГ que continuГі por la carretera para llegar a su destino, mГЎs o menos enfrente de un supermercado de medianas dimensiones.
Atravesada la calle, que en aquel punto en el centro tenГa tambiГ©n una placita peatonal alrededor de la cual discurrГa el trГЎfico rodado, el hombre llegГі delante del nГєmero 96 y, poniendo cuidado en que nadie lo viese o de llamar la atenciГіn de posibles peatones, cogiГі el aviso de llegada del repartidor y lo pegГі al panel de los timbres de aquel edificio.
En ese momento, volviГі a la parte opuesta de la avenida della Reppublica y se apostГі en un sitio desde donde podrГa tener una buena visibilidad del otro lado de la calle.
Al volver a su apartamento cogiГі el ordenador portГЎtil, se conectГі al sitio web de Youtube e hizo una bГєsqueda rГЎpida. Entre los primeros resultados encontrГі aquel que le interesaba, asГ que cogiГі la pequeГ±a grabadora de bolsillo, volviГі a poner el vГdeo y encendiГі la grabadora.
DespuГ©s de unas cuantas tentativas, el hombre decidiГі que la grabaciГіn hecha era adecuada para el uso que deberГa hacer con ella.
Aquella noche, cuando volviГі a casa, el inspector Zamagni encontrГі en el panel de los timbres un aviso de llegada por parte de un repartidor. DГЎndose cuenta de que no esperaba nada, se preguntГі quГ© le habrГan enviado y quiГ©n lo habrГa hecho.
En el aviso estaba seГ±alada tambiГ©n una nueva fecha de entrega, dos dГas despuГ©s a las seis de la tarde.
Tomando nota de la informaciГіn y teniendo todavГa en la cabeza la cuestiГіn con respecto al remitente y el objeto que recibirГa, el inspector subiГі las escaleras y entrГі en su apartamento sin saber que alguien lo estaba observando.
Durante la cena, el inspector mirГі el telediario y, entre todas las noticias, le llamГі la atenciГіn especialmente la que tenГa que ver con un accidente de trГЎfico ocurrido al comienzo de la vГa Saffi en las que un hombre habГa sido atropellado por un coche.
Enseguida se percatГі de que era aquel con el que se habГan encontrado al volver a comisarГa.
–El hombre atropellado –habГa aГ±adido el periodista –el dГa anterior habГa salido de prisiГіn, donde se encontraba porque hacГa exactamente un mes habГa atracado una joyerГa en vГa san Felice.
VII
A la maГ±ana siguiente, Zamagni y Finocchi, junto con el capitГЎn Luzzi, intentaron hacer de nuevo un anГЎlisis de la situaciГіn de la investigaciГіn que estaban llevando a cabo, para comprender cuГЎl podrГa ser el paso siguiente.
No tenГan realmente gran cosa pero era seguramente algo mГЎs con respecto a cuando habГan comenzado a asumir el control de los efectos personales de Daniele Santopietro.
–Entretanto creo entender que de esos objetos no conseguiremos sacar alguna información útil para nuestra investigación –comenzó a decir el capitán –¿no es verdad?
–Por lo que parece, asГ es. –asintiГі el inspector –el Гєnico objeto particular es aquel libro rojo con el botГіn en el interior de la cubierta. Luego estГЎ ese artilugio del que no sabemos todavГa el uso.
–Comprendo –dijo el capitГЎn –en cambio, los objetos que estГЎn dentro de las cajas que se encuentran todavГa en tu escritorio parecen totalmente inГєtiles.
–Exacto –estuvo de acuerdo Zamagni.
–De acuerdo. Luego tenemos las tele cámaras montadas en el edificio donde Santopietro ha vivido durante un tiempo.
–Sà –confirmó el agente Finocchi.
–¿Sabemos algo más con respecto a estas? –preguntó Luzzi –me refiero por parte del administrador.
–TodavГa no –respondiГі Zamagni –Le hemos dado dos dГas para obtener la informaciГіn de la documentaciГіn que debe estar en el archivo de la oficina.
–Bien –asintió el capitán –Esto significa que mañana por la mañana volveréis a ver al administrador del edificio y, si todo va como debe, deberéis saber todos los detalles concernientes a esto.
–Exacto –dijo Zamagni.
Marco Finocchi hizo sencillamente un gesto con la cabeza, sin decir nada, para confirmarlo.
–Perfecto –continuó diciendo Giorgio Luzzi – Y mientras tanto, ¿qué pensáis hacer? ¿Tenéis alguna idea?
El inspector intercambiГі una mirada con el agente Finocchi y, por su lenguaje corporal, el capitГЎn entendiГі que no tenГan ninguna, por lo menos de momento, sobre cГіmo continuar con la investigaciГіn.
El hombre estaba reposando cuando sonГі el telГ©fono mГіvil.
–Ha surgido un imprevisto –escuchГі que decГan desde la otra parte de la lГnea –Los detalles se encuentran al lado del rey, siempre en el mismo lugar –a continuaciГіn se interrumpiГі la llamada.
ВїQuГ© habГa ocurrido de manera tan repentina?, se preguntГі, luego, considerando que no estaba haciendo nada importante, saliГі corriendo para ir a dГіnde le habГan dicho.
En cuanto llegГі a la librerГa enfrente de las Due Torri, el hombre entrГі y se dirigiГі a la secciГіn dedicada a la narrativa y buscГі las novelas de Stephen King.
PasГі revista a todas las que habГa en la estanterГa hasta que vio algo que le llamГі su atenciГіn.
EsperГі el momento oportuno, unos minutos despuГ©s, sin hacerse ver por ojos indiscretos, lo sacГі con decisiГіn y se encontrГі en la mano un sobre blanco como el que habГa hallado algunos dГas antes en la misma librerГa, pero en la estanterГa dedicada a las guГas turГsticas.
Por suerte tengo la mente abierta, de lo contrario ni siquiera yo habrГa comprendido las pistas.
Se metiГі rГЎpidamente el sobre en el bolsillo de los pantalones, luego dio una vuelta rГЎpida por el interior de la librerГa, de manera que pareciese un cliente normal, y saliГі de nuevo a la calle pasando delante de las cajas registradoras.
En cuanto llegГі a casa, abriГі el sobre y leyГі el mensaje que habГa en su interior, escrito sobre un papel blanco.
Todos los mensajes escritos que recibГa habГan sido escritos con el uso de un programa de escritura, nunca a mano.
El mensaje era sencillo y perentorio: eran las indicaciones para llegar a una habitaciГіn del Hospital Maggiore de Bologna, junto con una fecha y una hora. La fecha era al dГa siguiente mientras que la hora era las doce del mediodГa en punto.
El hombre volviГі a doblar el folio y lo volviГі a meter dentro del sobre, luego dejГі todo encima de la mesa.
La segunda visita al administrador del edificio en el que habГa vivido Daniele Santopietro no produjo grandes resultados para el avance de la investigaciГіn.
A Zamagni y Finocchi se les dijo que la instalaciГіn de las tele cГЎmaras a lo largo de las escaleras fue hecha como consecuencia de algunos robos en los apartamentos y que eso resultaba ser un normal medio de prevenciГіn para mantener la seguridad de los vecinos.
En cuanto entraron en la comisarГa, le pasaron la informaciГіn al capitГЎn Luzzi que, despuГ©s de haber asentido, quedГі unos minutos en silencio pensando.
–¿Ideas? –dijo, finalmente –¿Habéis pensado cómo debemos actuar ahora?
El inspector y el agente Finocchi se intercambiaron la mirada, luego negaron con la cabeza.
–Efectivamente, esta información no me parece útil para el desarrollo de la investigación... –concluyó el capitán –por lo que se nos debe ocurrir alguna otra cosa.
Zamagni asintiГі.
–¿PodrГamos conseguir hacer un anГЎlisis vocal? –propuso el agente Finocchi.
–¿Análisis vocal? –repitió Zamagni.
–Sà –confirmГі Marco Finocchi –Esta persona que estamos buscando la hemos podido escuchar por lo menos en una ocasiГіn, por lo que podrГa ocurrir de nuevo. Si la prГіxima vez que suceda nosotros estuviГ©semos preparados para registrar la llamada y la pasГЎsemos a un experto en la materia, quizГЎs nos sabrГa describir el perfil vocГЎlico y quizГЎs podrГa ser Гєtil para obtener mayor informaciГіn con respecto a esta Voz, sino incluso identificarla.
La propuesta del agente Finocchi parecГa sofisticada pero el capitГЎn comentГі positivamente la idea.
–No deberГas ser complicado conseguirlo –aГ±adiГі.
–¿Y en el caso de que esta Voz no se escuchase de nuevo? –objetó el inspector.
–Mientras tanto podremos informarnos con respecto a esta posibilidad –respondió Giorgio Luzzi –por lo demás, nunca se sabe.
–O podrГamos encontrar la manera de obligarlo a llamar –propuso el agente Finocchi –Cuando ocurriГі en el pasado fue, por ejemplo, en ocasiГіn de la resoluciГіn del caso ligado a la AsociaciГіn Atropos. ВЎIncluso nos ha felicitado!
–HarГa falta algo que lo hiciese sentirse... derrotado –admitiГі el capitГЎn.
–¿QuГ© podrГa ser? –preguntГі Zamagni.
–No lo sГ© –respondiГі el capitГЎn. –Ahora, personalmente, no sabrГa decirlo.
VIII
El hombre llegГі al hospital Maggiore y siguiГі las indicaciones escritas en el interior del segundo sobre que habГa encontrado en la librerГa para llegar a la habitaciГіn donde estaba ingresado su objetivo.
Desde lejos vio a un hombre de uniforme delante de la puerta. PolicГa.
No recordaba haber leГdo sobre este detalle, de todas formas se adaptГі enseguida a la situaciГіn: retrocediГі y fue a investigar entre los pisos hasta que, en una habitaciГіn de pequeГ±as dimensiones, encontrГі una bata blanca colgado de un perchero y se la puso encima apoyando alrededor del cuello un fonendoscopio que habГa en uno de los bolsillos inferiores.
En el bolsillo arriba a la izquierda habГa colgado un cartelito con el nombre del mГ©dico, el titular de la bata misma.
RГЎpidamente volviГі al piso en donde habГa estado cuando habГa llegado a la estructura hospitalaria, luego, con maneras desenvueltas, dijo al agente que estaba plantado delante de la habitaciГіn que deberГa comprobar las condiciones del paciente que se encontraba en el interior.
Un minuto despuГ©s, el hombre se encontraba enfrente de su objetivo del dГa, que lo mirГі sin hablar, como si estuviese a la espera de las indicaciones del mГ©dico que llevaba habitualmente la bata.
El falso mГ©dico mirГі el reloj: las 9:24 y 45 segundos. En cuanto se puso en el minuto siguiente, como estaba indicado en las pocas lГneas que habГa encontrado en el segundo sobre, cogiГі una almohada que se encontraba en la silla en el interior de la estancia y, sin dar tiempo al paciente para darse cuenta de lo que estaba sucediendo, con la mano izquierda la comprimiГі contra el rostro del hombre que se encontraba acostado mientras que con la derecha extrajo desde debajo de la bata una pistola con silenciador y disparГі a la almohada haciendo revolotear por la habitaciГіn algunas fibras inidentificables.
DespuГ©s de haber puesto la almohada donde se encontraba poco antes, esperГі todavГa un par de minutos, luego saliГі de la habitaciГіn, hizo una seГ±al de saludo al agente, ignorante de lo que habГa ocurrido, colocГі la bata donde la habГa encontrado poco antes y dejГі el hospital.
Cuando la tarde de aquel dГa el autГ©ntico mГ©dico se puso la bata no sabГa que, de alguna manera, habГa contribuido a un homicidio.
El cuerpo sin vida de la vГctima fue encontrado sГіlo algunas horas despuГ©s del servicio de distribuciГіn de las comidas y, en esa ocasiГіn, el agente plantado delante de la habitaciГіn se quedГі sin decir nada durante unos segundos, inconsciente de cГіmo podГa haber ocurrido algo parecido.
DespuГ©s de todo, la Гєnica persona que habГa visto entrar en aquella habitaciГіn habГa sido un mГ©dico.
El inspector Zamagni y el agente Finocchi continuaban rompiГ©ndose la cabeza para comprender los prГіximos pasos que harГan para localizar a la Voz, pero cada una de las tentativas que hacГan los llevaba a un callejГіn sin salida.
En realidad, parecГa que el Гєnico camino con sentido fuese aquel del reconocimiento a travГ©s del perfil de voz.
Para probar esta soluciГіn Zamagni decidiГі hablar directamente con la secciГіn tГ©cnica de la policГa con el objeto de decidir quГ© hacer.
Le propusieron que tuviesen bajo control su telГ©fono mГіvil, dado que la Voz le habГa llamado al nГєmero del celular. De esta manera podrГan intentar rastrear la posible llamada y, al mismo tiempo, grabarla para intentar descifrar el perfil de voz de la persona que llamaba.
–Me parece una buena idea –comentГі el capitГЎn Luzzi despuГ©s de que el inspector le hubiese explicado a Г©l y al agente Finocchi el procedimiento que podrГan seguir.
TambiГ©n Marco Finocchi asintiГі.
Dado que estaban todos de acuerdo, el capitГЎn procediГі con la peticiГіn a la secciГіn competente.
–Ahora sГіlo debemos esperar a que esta persona se haga oГr –concluyГі el inspector.
–Tengo confianza en que antes o después sucederá –dijo Marco Finocchi, encontrando apoyo en la mirada del capitán.
–¿Y ahora quГ© hacemos? –preguntГі Zamagni rompiendo el silencio que se habГa creado.
–Considerando que, aparentemente, por el momento nos encontramos en un punto muerto de la investigaciГіn, propondrГa esperar –respondiГі Giorgio Luzzi –Mientras tanto, seguramente se nos ocurrirГЎ alguna idea.
–De acuerdo –asintieron al unГsono Zamagni y Finocchi que justo despuГ©s salieron de la oficina del capitГЎn.
El promotor de aquel homicidio se enterГі de la muerte de un paciente en el hospital Maggiore de Bologna mientras miraba el telediario.
El cuerpo habГa sido encontrado podo despuГ©s del mediodГa por los asistentes que se ocupaban de la distribuciГіn de las comidas de los pacientes, mientras que el agente de policГa que estaba fuera de la puerta vigilando al paciente que habГa en el interior no se habГa dado cuenta de nada.
Por lo que estaba diciendo el periodista en la habitaciГіn se habГa visto entrar un mГ©dico poco antes de las 9:30.
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